sábado, 9 de junio de 2012

Donaciones

Mi presupuesto está llegando a su fin y necesita más gasolina. A pesar de contener los gastos al máximo, y de recibir gran cantidad de apoyos y ayudas, nuestro país no resulta barato y en un mes, más o menos, Rocinante, volverá grupas camino de la meseta para, si más adelante es posible, continuar con este bonito proyecto.
En la página web de asisomosen2012 he abierto un apartado de "donaciones"
No estoy muy seguro de si hago bien en pedir vuestro apoyo. Es mi proyecto y, por tanto, nadie debe financiarlo. De cualquier manera, es hacer uso de la libertad de cada uno, realizar una u otra cosa y así lo expreso.
Por otro lado, estoy abierto a cualquier oferta de trabajo temporal que me sirva para llenar algo las vacías arcas del viaje.
De una forma u otra, acabado el proyecto o no, siempre ha valido la pena haber llegado hasta aquí, y conocido a tan maravillosas y guapas personas, como las que he encontrado en el camino.

Andoaín-Donosti-Igeldo. 39 km. Vuelta a España en Bicicleta. Asi somos en 2012.


Lo mejor de dormir a cubierto y en cama, es que no tienes que secar la tienda al día siguiente, sobre todo. Además de dormir mejor, claro, y más caliente. Hoy he dormido muy bien. Después de los trasteos propios de la recogida, me fui a la panadería-cafetería Urkiberri, para trabajar con el ordenador. Ayer, ya estuve aquí, cuando llegué y me trataron estupendamente, además de recomendarme ir al albergue de los peregrinos. Y nuevamente, me han tratado de lujo. Yolanda, Elena y más tarde, Josune me han aguantado durante toda la mañana que he estado ahí, enchufado al ordenador y a la luz y entrevistando a la parroquia que iba entrando, jajaja. 
De despedida, me han dado un super bocata, dos latas de cerveza y unos lazos fabulosos (bollos).
Y ya tengo las ruedas de camino a Santander, donde las cambiaré, que ya va siendo hora, tras más de 6.500 km. Y aún tienen dibujo, jajaja. El camino de Andoain a Donosti, sin problemas. Vas enlazando pueblo, uno tras otro hasta llegar a la gran ciudad. Me entretuve un poco en Hernani, para comerme el bocadillazo que llevaba. Me lo habían hecho para que me lo comiera en la Concha, pero no pude aguantar, jajaja. Perdón. En la Concha, me comí un heladete, jajaja. 
Cuando llegué a San Sebastián, experimenté lo que siempre que llego a una gran ciudad me pasa: agobio. No me desenvuelvo bien y no me siento cómodo. Moverte por ellas es caro, complicado y hay demasiada gente y coches. Esta vez no he perdido el tiempo intentando adaptarme, así que he dado alguna vueltecilla por ahí y he ido a que me sellaran la credencial. Inmediatamente, he huido de una de las ciudades con más encanto (dicen), camino del monte Igeldo. 
Hernani

Hernani

Hernani. San Juan Bautista

Lustrando la iglesia. Gracias a estas encantadoras señoras, pude visitar la iglesia.

Retablo principal.


Hernani


                                                                Las fotos de aquí en a delante, pertenecen a Donosti.











Vista general de la playa de la Concha


Mi dormitorio en el área recreativa de Luzarbe.
Me encuentro bien, con fuerzas y eso que cada vez, excepción hecha de la barriga, estoy más transparente. Lo he subido tranquilo y sin axfisiarme, e incluso, me he permitido el lujo de asomarme al mirador que hay a medio camino y que te hace subir un poco más. Es curioso que este mirador cobre peaje, pero es así. Un euro y pico por persona.
Después, más subida. Y con un problema. No hay donde comprar comida practicamente. Cuando iba tralarí, tralará, cartel de restaurante de Pedro Subijana. No podía pasar por el sin entrevistar al gran cocinero. Me metí por la carreterilla que da al magnífico local, con vistas al mar, para darme una jartá de comida maravillosa. Jajajaja. ¿Y que creeis que pasó?. Pues que ni me pegué la jartá, ni le pude entrevistar porque, cuando llegó, ya tenía clientes esperando en la puerta y no podía entretenerse. Quedamos para mañana a las 13,15 (o sea, para hoy, día 9). Y, me da la sensación, que vendrá sólo para verme a mí. Glup!!!. 
Con muy poca comida en mi poder, me tuve que meter en un bar restaurante a tomar algo con mi exiguo presupuesto. Tenía un hambre canina que hizo que, en el camino, me comiera la mitad de la correa de la cámara de fotos y, por delante de mi, pasaban platos y platos que me hacían la boca, agua. 
Algo consolado y esperando que la digestión se pusiera en marcha, para calmar mis apetitos, emprendí la busqueda de un parque (me habían informado de su existencia) para instalarme hasta mañana. Y en él estoy, con una gran humedad y frio, pero bien abrigado. 




viernes, 8 de junio de 2012

Iribas-Andoain. 63 km. Vuelta a España en Bicicleta. Camino de Santiago del norte. Asi somos en 2012. Nacimiento rio Larraun




Fuertes vientos han azotado la tienda de campaña durante la noche que me han impedido dormir un tiempo razonable. A las 4,30 miré el reloj por primera vez y luego dormí a minimos hasta las 6,15, que me levanté. Di una vuelta por el pueblo para desperezarme y ver el amanecer que tenía unos preciosos colores. 
Ayer, me recomendaron ir a dormir en el nacedero del rio Larraun. Pero entre unas cosas y otras, más bien entre unos cientos de fotos y otros, se me echó la hora encima y me quedé a dormir en Iribas. El pueblo tiene una iglesia con un fabuloso porche y me dije: hoy duermo aquí. Pero la iglesia debe tener un rio por debajo pues emana una humedad desmedida. Es más, en tanto hacía unos fotos de las losas del suelo, preciosas, Rocinante se cubrió de un marrón oxido nada atractivo. Después de limpiarle y secarle a conciencia, decidí poner el tenderete en la campa de enfrente, algo menos húmeda. 
Por la mañana, ya que había madrugado mucho más de lo deseable, he decidido ir al nacedero. Glorioso. Pero no el nacedero. El día completo. Tras visitar el nacimiento y desayunar a la sombra de la mucha vegetación, vi castaños centenario, o milenarios, hayas, abetos, árboles y arbustos de todo tipo, babosas, y un animal que no había visto nunca. Una especie de perrillo, marrón, tamaño gato grande, que corre a saltos y tiene las orejas puntiagudas. Estaba lejos, pero lo gocé sobremedida. Y volví a mi campamento, que había dejado solo, por un GR que se empeñó en hacerme coger a la bici en hombros. Pero antes, mientras el rio se escondía en una sima y aparecía por otra, al subir por el GR, en una piedra, oh arcabuces de filibusteros!, vi fósiles de caracoles gigantes que me dejaron con  la mosca tras la oreja. ¿Estaría ya en el Cantábrico?¿Quien tiene el negativo o positivo que falta?
Recogí todo y bajé a Lekumberri comienzo, por así decir, de la etapa de hoy. Ahí, conocí a Juan. Un asturiano viajero que va camino de China. Nos dimos muchos abrazos y compartimos, como dos abuelitos, nuestras anteriores aventuras que nos supieron a gloria. Me recomendó que, lejos de hacer mi camino planeado para Donosti, hiciera una vía verde, de un viejo ferrocarril, el Plazaola.
Y menudo descubrimiento. Plenamente recomendable para cualquier persona. En bicicleta y en el sentido que yo lo hice, tremendamente glorioso. Los paisajes, se suceden y superan constantemente y la pista, en muy buen estado, aún con sus bachecillos y pequeñas piedras, en algún momento, no genera problemas. La sucesión de túneles (no los he contado, pero no andará muy lejos de los 30 o más) le confieren un carácter singular, especialmente el de 2,7 km. Hace frio, mucho y las luces se encienden cuando pasas por los sensores, pero a veces tardan un pelín y te encuentras un muro negro frente a tí. Llegas a creer que no se acaba nunca, jajaja. Cuando iba todo sorprendido por su largura y sin ver el final, a lo lejos, veo los faros de un coche. En un túnel a oscuras, por el que no pasan coches, ni uno, que de repente, a la mitad, más o menos, un coche esté parado, me doy muy mala espina, jajaja. Cacos, pensé. Tras evaluar mis posibilidades de huir o defenderme y ver que eran nulas, seguí avanzando todo entregado a que fuera lo que quisiera ser. Cuando ya estaba a 200 0 300 m. los sensores dejaron de funcionar y, en la oscuridad absoluta, en medio de la nada, sólo con los faros del coche a lo lejos, mi corazón latía todo alterado. Y resultó ser unos electricistas que estaban reparando los sensores que, algunos, no funcionaban, jajaja. Aún tarde un montón en salir y, cuando lo hice, bastante helado, me regodee a los rayos del poco sol que, a veces, caían.
Y así, túnel tras túnel, y paisajes maravillosos, unos tras otros, continué hasta pinchar la rueda delantera. No había comido apenas nada, así que, de las provisiones de emergencia que arrastro conmigo, me puse las botas. Y más continue. Flipa que te flipa. Puentes, pagodas. flores... no faltaba de nada. Hasta que llegué a Andoain, al albergue de peregrinos, con camita y ducha caliente. Que se agradece. Muchas gracias a las autoridades por las facilidades para su uso. Y por su confianza.